Este convento fue la primera visita del de Cuernavaca y la sexta fundación franciscana. Iniciado probablemente por 1529, terminado unos diez años después. Un temblor hizo estragos destruyendo las bóvedas en 1585, quedando sin restauración hasta el siglo XVII, que fue parcialmente trabajado.
Consta de atrio, muy alterado, donde ya casi no se aprecia el paso procesional ni las capillas posas; su claustro, al cual se accede a través de una portería, es de dos pisos con techumbre de madera y teja. Se ven restos de pintura mural.
El templo y su fachada de sencilla decoración muestran diferentes etapas. Su interior fue redecorado en estilo neoclásico tan en boga a finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX.
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