El Estado de Morelos cuenta con una gran cantidad de artesanos, que con sus manos dan forma y vida útil a objetos cotidianos, decorativos, prendas de vestir y alimentos, entre otras cosas.
Estos algunas de las artesanías más representativas de Morelos, que se elaboran en la comunidad de Jantetelco.
CUEXCOMATES
La palabra cuexcomate viene del náhuatl “Cuezcómatl”, que significa “granero o almacén de pan”. Pero otros autores lo definen como “olla de barro”, para darle un significado de “abundancia” o “fertilidad”.
Desde la época de la Revolución, los campesinos utilizaban los cuexcomates para guardar sus granos, principalmente de maíz, la cosecha más importante y base de su alimentación. De ahí que la función más importante de éste fuera conservar este importante grano para su posterior consumo. Los cuexcomates originales tienen una altura de 3 a 6 metros.
En la comunidad de Chalcatzingo, donde aún se pueden apreciar cuexcomates originales, se han retomado estos depóstios para hacer piezas artesanales en miniatura, las cuales se han convertido en objetos preciados.
Actualmente, un grupo de artesanos en Chalcatzingo se encarga de elaborarlos. El presidente de este equipo artesanal es Saulo Carrales Pavón, quien ha ganado muchos concursos del certamen Arte Popular Morelense.
MACETAS DE BARRO
Los alfareros llevan aproximadamente 30 años en la elaboración de este arte mexiquense. Los del Estado de México iniciaron la fabricación y contratación de personal de Jantetelco, y la tradición se fue extendiendo.
Quienes se dedican a la alfarería son generalmente familias de Amayuca. Utilizan productos como la arcilla, barro y tierra para su elaboración. Estas macetas y artículos de barro están disponibles para todo estilo decorativo.
Algunos alfareros también se pueden encontrar sobre la carretera México-Oaxaca, y en la carretera Cuautla-Axochiapan; algunos más se encuentran en las calles y avenidas de la parte sur de dicha comunidad.
DULCES CRISTALIZADOS
Los dulces cristalizados son una tradición de los jantetelquenses desde el siglo XIX. A mediados de este siglo, transportaban el producto en sus animales de carga, ya que no había medios de transporte más eficientes para venderlos en las ferias de diferentes pueblos.
La manera casera y tradicional de fabricarlos ha pasado de generación en generación, por lo que aún se puede disfrutar de su original sabor.