Ocotepec, es uno de los más tradicionales barrios de Cuernavaca, está ubicado al nor-oriente de la ciudad, justo donde inicia el camino a Tepoztlán. El culto a la muerte y las ofrendas a los santos difuntos hacen de la tradición en Ocotepec, una de las fiestas populares más representativas de todo el estado de Morelos.
Con anticipación de varios días, todo Ocotepec va preparándose para celebrar a sus muertos, los primeros que se ven son las personas que limpian el panteón, sacan la basura de las flores acumuladas sobre las tumbas y se dedican a restaurar y pintar los sepulcros de sus familiares, que, dicho sea de paso, han alcanzado una notable arquitectura, pues por doquier podemos admirar bellísimas iglesias, casitas y catedrales en miniatura, con sus torres, ventanas y almenas que nos transportan con la imaginación a un mágico lugar.
La comunidad se rige bajo los usos y costumbres, administración que ha permitido la conservación de grandes tradiciones del pueblo mexicano, como la del día de muertos, la navidad y la representación de la Semana Santa.
Las ofrendas que se levantan en honor a los difuntos fallecidos durante el año, recibe el nombre de ofrendas nuevas; montadas generalmente sobre una mesa y recreando el cuerpo del difunto, vistiéndolo con ropa nueva, huaraches y sombrero o rebozo; cerca de la cabeza se colocan las tradicionales calaveras de azúcar; todo esto es rodeado de las bebidas y los platillos que fueron los favoritos del familiar que ya no está entre nosotros. Cuando el altar es dedicado a algún niño, se colocan además golosinas y juguetes.
Los elementos tradicionales de una ofrenda son el pan, el cual es elaborado con productos de la Tierra; el agua, considerada la fuente de la vida y por la que lucha el espíritu en contra de la muerte, además de que sirve para calmar la sed durante el camino; el fuego, el cual purifica y llega a los muertos por medio de las velas del altar, y el viento, que da movimiento al papel picado del altar, alegrando así el espíritu.
Otros elementos que también encontramos en las ofrendas son las flores de cempasúchil y el incienso, que ayudan a los difuntos a encontrar el camino a casa y a sus familiares. Algunos encienden cuatro velas y las colocan en forma de cruz, orientada hacia los cuatro puntos cardinales, que sirven para bendecir los caminos por donde llegará el espíritu del difunto.
Las casas con ofrenda nueva se reconocen por un camino de flores que se extiende desde el altar hasta la banqueta. Es una forma de avisar que ahí se espera la llegada de un difunto y que la gente puede pasar, si así lo desea, para admirar la ofrenda. A los visitantes se les convida a pasar y son recibidos amablemente con panes, ponche, café, tamales. A cambio de esto, las personas otorgan respeto, afecto y algunas veces llevan velas o flores para el altar, en agradecimiento a las atenciones recibidas.
Aunque algunas de las casas con Ofrendas Nuevas son muy humildes, el honor a sus difuntos es grandioso, pues se entregan a ellos por completo, tanto en el aspecto económico como en el tiempo que les dedican.
La noche del 31 de octubre repican las campanas de la iglesia anunciando la llegada próxima de los niños difuntos; por la mañana del 1 de noviembre se visita el panteón, el cual está adornado con flores de muchos colores, y se oficia una misa en honor a los pequeños. Ese mismo día por la noche también se tocan las campanas, ahora en espera de los difuntos mayores; entonces se realizan los preparativos para la ofrenda y en la mañana del 2 de noviembre se acude al panteón y se ofrece una misa.
Así, durante dos días, se espera con gusto y tristeza la llegada de los difuntos; mientras tanto, también los vecinos de lugar realizan visitas y van a comer a las casas donde se colocaron Ofrendas Nuevas.
Durante estos días, en las calles del pueblo se instalan puestos que ofrecen el tradicional pan de muerto, recién preparado y horneado. Además, a la vista de los paseantes se encuentra puestos donde se puede adquirir todo lo necesario para adornar los altares: calabazas artesanales, calaveras de azúcar y chocolate, veladoras, velas, incienso, flores.
Otra de las peculiaridades del poblado de Ocotepec es la procesión que se realiza durante las noches del 31 octubre y 1 de noviembre. Todo el pueblo acude al panteón, llevan ofrendas a sus difuntos y, más tarde, se sientan a comer ahí, a un lado de las tumbas.
Texto por: Olga Jamous Galante
Fuente: 2do lugar del concurso “Jóvenes explorando México”. Escuela de Administración Turística de la Universidad Anáhuac del Norte/México desconocido On Line.