Originario del Puerto de Veracruz, Hilario nació el 28 de febrero de 1964.
Cuando era niño, comenzó a jugar en varios equipos de las diversas ligas de Veracruz.
Su estilo de juego llamó la atención de los encargados de la selección municipal, a la cual lo invitaron a integrarse. Jugando en la categoría infantil y luego juvenil, participó en competiciones estatales y nacionales.
A los 16 años de edad, fue reclutado por los Delfines de la Universidad Veracruzana, con los cuales jugó en el campeonato de Tercera División en 1981 bajo el mando del Sr. Peregrina y Rolando Hernández.
Después fue contratado por los Tiburones Rojos del Veracruz, que en ese entonces participaba en la Segunda División con Enrique Rivas como técnico, con ellos jugó dos temporadas, en el campeonato 84-85 terminó en Mérida, Yucatán, al ser vendida la franquicia del Veracruz a mitad de la temporada, siendo Carlos Iturralde su entrenador.
Hilario entonces viajó a la Ciudad de México, donde intentó jugar para los Pumas de la UNAM con Mario Velarde, recomendado por Don Carlos Iturralde Rivero —toda una institución del futbol en Yucatán—, estuvo entrenando algunos días en la cantera puma, hasta que un día le robaron todas sus pertenencias.
“Fue muy triste, porque ya no tenía nada, ni mis cosas para entrenar, ni mi dinero, llegué al hotel donde me hospedaba y el encargado me ayudó mucho al enterarse de mi situación, me apoyó. Una casualidad hizo que en ese mismo hotel se hospedara el equipo Santos de Torreón, ahí me vio el entrenador Joaquín “La Güera” Mendoza y me reconoció. Me preguntó ¿Qué no eres tú el jugador de Veracruz? Le contesté afirmativamente y de inmediato llamó a Isidro “La cobra” Mendoza, y le preguntó también ¿No lo reconoces? La cobra dijo que no. Pues es el que no te dejó hacer nada en Veracruz. Entonces La Cobra lo reconoció.Ahí nació una bonita amistad con Isidro.
El entrenador me invitó a incorporarme con el Santos, y viajé inmediatamente con el equipo en el autobús oficial rumbo a Torreón. Y a las dos semanas ya estaba debutando contra el Unión de Curtidores en el Estadio de la Martinica”.
Al terminar la temporada, con su amigo Isidro “La Cobra” Mendoza, viajaron a Zacatepec, para probar suerte con el equipo cañero, y luego de las pruebas, ambos se quedaron.
Hilario jugó para el equipo del Zacatepec, hasta el año de 1987, donde tuvo grandes actuaciones con la defensa cañera con Carlos Turcato y Alfredo “Harapos” Morales como entrenadores.
Una lesión en el tobillo estuvo a punto de frenar su carrera. “Me lesioné el tobillo, pero el “Harapos” Morales y el “Triquis” Sotelo me llevaron con el doctor Guerra, que era el médico del equipo del Puebla, el me atendió y gracias a su tratamiento, pude recuperarme para seguir jugando”.
Cuando llegó Pedro Nájera a la dirección técnica, puso a jugar a Hilario en la contención, junto con el “Che” Castrejón, en esa posición el entrenador lo instaba mucho a tirar desde lejos a la portería. “Me di cuenta de que podía hacer daño a los equipos rivales, con los tiros de larga distancia, algo que le debo al profe Nájera”.
Hilario fue transferido al equipo Orizaba, donde estuvo media temporada y luego fue cedido al equipo Inter de Tijuana para jugar el resto de la temporada 88-89 con Gustavo “El Halcón” Peña como técnico, después jugaría todavía una temporada más con el equipo fronterizo, la campaña 89-90, con Guillermo “El Campeón” Hernández.
Ese fue el último año que jugó en el futbol mexicano. Al siguiente año Hilario jugó para los Nómada de San Diego, donde se retiró del futbol profesional.
Todavía tendría una invitación para integrar al San Diego Soccers, pero ellos jugaban futbol de sala, cosa que no le gustó a Hilario, por lo que declinó la oferta.
Hilario Martínez se quedó a vivir en Tijuana, donde se casó con Mónica Angélica Vázquez y tienen tres hijos, Daniel Eduardo, Alexa y Sebastián Martínez Vázquez.
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