Los antiguos habitantes del centro del país, tenían leyendas ancestrales acerca de las diferentes formaciones montañosas de la zona, tal es el caso de La Tepexinola, antigua leyenda tlahuica.
La leyenda cuenta que un joven y apuesto guerrero, llamado Popocatépetl, (el cerro que humea) se robó a la hija y al nieto del señor Xinantécatl, El Nevado de Toluca. Este, muy enojado por esta acción, pues siempre había procurado por su hija y por su nieto, lanzó una maldición sobre su hija, que si ella miraba en algún momento hacia atrás, la convertiría en piedra instantáneamente, lo mismo que a su hijo.
El camino de huida desde las tierras del poniente hacia el centro era muy largo, por lo que tuvieron que detenerse para descansar y hacer sus necesidades, la joven apenada, para que no la viera Popocatépetl se adentró en unos matorrales y para no perderse, le dejó al joven guerrero la punta de su rebozo. Cuando venía de regreso, casi sin pensarlo, miró hacia atrás, en ese mismo instante, ella y su hijo quedaron convertidos en piedra. Popocatépetl al ver esto, se quedó sorprendido, la maldición de Xinantécatl había sido concretada. Solo y muy triste, el guerrero se retiró del lugar.
La joven fue convertida en el cerro de La Tepexinola, en Amatlán de Quetzalcóatl, Tepoztlán, que significa “el cerro de la mujer”, un sitio sagrado y con mucha energía donde se le rinde culto a la fertilidad. Cerca de La Tepexinola, se construyó la iglesia de Santa María Magdalena. Las parejas que no pueden tener hijos, visitan este recinto para cambiar ese destino, realizando una ofrenda, que consiste en hacerle a la pareja una limpia con un huevo y con un ramo de flores. Después se deja una ofrenda en el cerro de la Tepexinola con juguetes infantiles y dulces, esperando que La Tepexinola les brinde el milagro de poder tener hijos.