Su fundación data de 1558, construido con amplitud y buena arquitectura por fray Juan Cruzate quien aquí falleció y fue sepultado en 1575. Fue dedicado a San Agustín.
El atrio es de enormes proporciones, lo que ha propiciado la codicia pensando cambiar su uso. De hecho se usa como campo deportivo.
Su claustro de dos pisos, cubierto con bóvedas acañonadas, está decorado con pinturas murales y guarda gran semejanza con el claustro de Zacualpan, aunque su ubicación dentro del conjunto es al otro lado del templo, es decir, está al norte.
La iglesia muestra diversas intervenciones y en algún momento fue interrumpido el cañón corrido de su techumbre para sustituirlo por dos bóvedas de peculiares proporciones. En su interior el trabajo en madera nos hace recordar al “maestro de Zacualpan”, Higinio López, y en la fachada y torre han perdurado las huellas de la Revolución ya que los impactos de las balas aún se pueden ver.